Diversos investigadores han examinado características en niños y adolescentes que sirven para diferenciar a los jóvenes psicopáticos de sus pares. Frick postuló que los niños que tienen tanto problemas conductuales como rasgos de crueldad/falta de emocionalidad son muy parecidos a los psicópatas adultos (Frick & Marsee, 2006). Las investigaciones de Lynam (1996) identificaron a un subgrupo de niños que tienen tanto problemas de conducta como problemas de hiperactividad/impulsividad/déficit atencional, que se asemejarían a la conducta de los psicópatas adultos. A pesar de que estas teorías identifican dos vías separadas para la psicopatía en la adultez, tanto los estudios de Frick como los de Lynam han mostrado que hay un subgrupo de niños cuyas personalidades y conductas los diferencian de los otros niños, y que los problemas conductuales por sí mismos, no son suficientes para hacer esta diferenciación. También hay evidencia substancial que instrumentos como el Psychopathy Checklist-YV (versión juvenil) y el Youth Psychopathic Traits Inventory (YPI) son formas confiables y válidas de identificar las características psicopáticas en los jóvenes.
Una de las razonas por las que no etiquetamos a los niños y adolescentes como psicopáticos es para evitar las consecuencias negativas de la etiqueta “psicopatía”. El término tiene muchas connotaciones negativas, y hay evidencia de que rótulos como “psicópatas” o “enfermos mentales” puede dañar mucho la forma en que los jóvenes son tratados por sus padres, profesores y pares. Ejemplos de cómo estas etiquetas pueden ser dañinas incluyen el negarle tratamiento a alguien debido a la creencia de que él o ella no pueden ser sujetos de terapia, derivar a un adolescente a la corte de adultos, y tratar de influir en el juez para que administre un castigo más severo (incluyendo la pena de muerte) basándose en que alguien es intratable. Por lo tanto, se debe tener extremo cuidado cuando se aplica el término “psicópata” o “psicopático” para describir a un joven.
Otra de las razones para no etiquetar a un niño como psicopático es que entre la niñez, la adolescencia y la adultez se pueden producir cambios significativos, en particular cuando se realiza una intervención intensiva.
Por favor tenga en cuenta que incluso cuando los estudios empíricos muestras la existencia de síntomas que indican una peor prognosis, existen niños que cambian para mejor con el tiempo. La prognosis es un concepto estadístico que pierde parte de su significado cuando consideramos al niño como un caso particular. No podemos predecir en el caso de cualquier niño en particular cual será el resultado final cuando sea adulto. Por lo tanto, es aconsejable hacer que todas las familias que tratan con niños psicopáticos tengan disponible un tratamiento intensivo.