Traducción al español y revisión de Lucia Hernandez-Pena, resumen originalmente escrito por la Dra. Josanne van Dongen
En este estudio de Garofalo, Neumann y Velotti (2020), los autores describen el posible papel de la desregulación emocional como parte de las asociaciones bien establecidas entre psicopatía y agresión. Utilizando la conceptualización de psicopatía de Hare (2003) y la conceptualización de desregulación emocional de Gratz y Roemer (2004), los autores examinaron los efectos indirectos de la psicopatía a través de la desregulación emocional en diferentes componentes de la agresividad como rasgo (es decir, ira, hostilidad, agresión física y verbal), así como en diferentes formas de comportamiento agresivo (es decir, agresión reactiva y proactiva).
Los autores describen la psicopatía como un trastorno de personalidad caracterizado por un temperamento insensible (cruel), comportamiento hacia otras personas explotador, un estilo de vida impulsivo e irresponsable, así como un patrón temprano, crónico y versátil de tendencias antisociales. En el artículo, primero describen brevemente diferentes modelos de agresión y sus relaciones con la psicopatía. Afirman que el estudio de la agresión tiene una larga tradición en la investigación psicológica y destacan un modelo que ha sido altamente influyente en la investigación sobre personalidad relacionada con la agresión y conocido como el desarrollado por Buss y Perry (1992). En ese modelo, se considera que la agresión es una disposición relativamente estable similar a un rasgo respaldado por agresión física, verbal, ira y hostilidad. La investigación que estudia los vínculos entre psicopatía y agresión como rasgo (temperamento/personalidad) ha revelado fuertes asociaciones positivas entre rasgos psicopáticos y agresión física, asociaciones positivas moderadas entre rasgos psicopáticos e ira, y asociaciones pequeñas a moderadas entre rasgos psicopáticos tanto con agresión verbal como con hostilidad.
Los autores también describen otro modelo ampliamente utilizado sobre la agresión que distingue dos formas diferentes basadas en factores motivacionales distintos: formas premeditadas (o proactivas) e impulsivas (o reactivas) de agresión. Los autores revisan los hallazgos investigativos sobre la relación entre psicopatía y agresión y aclaran que la psicopatía es un fuerte predictor tanto para ambas formas de agresión como para su co-ocurrencia (es decir, tener rasgos altos de psicopatía está asociado con altos niveles de agresión reactiva y proactiva). La mayor parte de la evidencia empírica sugiere que los niveles generales de psicopatía tienen asociaciones moderadas a fuertes con tanto la agresión reactiva como proactiva; sin embargo, algunos estudios han sugerido que podría haber una asociación más fuerte entre psicopatía y agresión proactiva (premeditada) en lugar de reactiva (impulsiva).
El objetivo del presente estudio fue aclarar la relación entre psicopatía y agresión mediante el análisis del papel mediador de la regulación emocional. Estudios recientes han reportado asociaciones consistentes y uniformes entre las disfunciones en los dominios de regulación emocional y diferentes componentes (por ejemplo, ira, hostilidad) así como formas de agresión (por ejemplo, reactiva o proactiva) dentro del contexto tanto de población general como en poblaciones criminales. Sin embargo, los autores solo eran conscientes de dos estudios que han examinado el potencial papel mediador correlacional que tiene la desregulación emocional en esta asociación entre psicopatía e impulsividad (o reactividad) además de proactividad (o premeditación). Por lo tanto, concluyeron que se requiere más investigación empleando muestras con niveles más altos tanto en rasgos psicopáticos como en agresión (como población criminal), así como estudios involucrando diferentes métodos para operacionalizar (medir) tanto psicopatía como agresión, y para evaluar la fiabilidad y la capacidad de generalización (por ejemplo, a otras poblaciones) de los resultados.
Como resultado, el estudio presentado por los autores incluye múltiples muestras y múltiples medidas para permitirles examinar fiabilidad en sus resultados. Incluyeron una muestra criminal compuesta por 268 hombres encarcelados cumpliendo condena en una siete prisiones ubicadas en dos regiones del norte de Italia (Mage = 37.36; SD = 11.82). También incluyeron una muestra de la población general conformada por un total 521 personas (209 hombres; 40.1%) reclutados entre la población general en Holanda con una edad promedio 35.27 años (SD = 15.99).
En ambas muestras se evaluaron rasgos psicopáticos utilizando el “Self-Report Psychopathy–Short Form” (SRP-SF), un instrumento autoinformado (la persona responde las preguntas, en vez de otra persona respondiendo por ellos) compuesto por 29 preguntas con una escala tipo Likert con cinco puntos (es decir, una escala con cinco opciones entre menos a más). Asimismo se evaluó también en ambas muestras desregulación emocional utilizando el “Difficulties in Emotion Regulation Scale” (DERS). Para evaluar violencia dentro Muestra 1 (criminales) se utilizó la versión italiana del AQ para medir diferencias individuales dentro conducta agredida mientras que en la Muestra 2 (población general) también se midió violencia usando la traducción holandesa del “Reactive–Proactive Aggression Questionnaire” (RPQ).
Los autores encontraron que dicha desregulación emocional explicaba significativamente parte de la asociación existente entre rasgos psicológicos asociados a violencia. Notablemente estos resultados también se encontraron en asociaciones existentes entre psicopatía y hostilidad, así como psicopatía y agresión proactiva (premeditada). Esto proporciona evidencia clara indicando cómo dicha desregulación puede influir notablemente las asociaciones entre distintos componentes y formas de agresión. Sin embargo, los autores encontraron tamaños efecto (una medida de magnitud que indica cuánto de fuerte es la asociación) generalmente pequeños aunque aún estadísticamente significativos y clínicamente relevantes. Además, como era esperado, el tamaño efecto indirecto entre las dificultades en regular emociones (desregulación emocional) sobre agresión reactiva (impulsiva) resultó ser más del doble comparado al indirecto sobre violencia proactiva (premeditada). Los autores concluyeron que estos resultados sugieren que dicha desregulación juega un importante papel, aunque no exclusivo, en explicar las asociaciones existentes entre psicopatía y agresión. Esto significa la regulación de emociones es importante, pero solo parece explicar parcialmente relación existente entre psicopatía y agresión.
Además, estos resultados muestran, en línea con estudios previos, que la agresión verbal era la única excepción: aunque rasgos psicopáticos estaban asociados con un incremento en niveles de agresión verbal dentro muestra criminal, esta asociación no podía ser explicada mediante desregulación emocional, sugiriendo que otros mecanismos pueden estar jugando rol relevante entre esta asociación.
Como señalan autores, estos resultados podrían tener implicaciones relevantes para programas de prevención y tratamiento orientados reducir agresión dentro de contextos tanto en criminales como en población general. Contrariamente a la creencia generalizada de que los individuos psicopáticos carecen de emociones, parece que abordar los diferentes aspectos de la desregulación emocional puede resultar eficaz para abordar diferentes componentes y formas de agresión, incluso entre individuos con rasgos psicopáticos. Específicamente, las intervenciones dirigidas a mejorar la conciencia y percepción emocional, la comprensión de las propias emociones, la aceptación de las experiencias emocionales, el control del comportamiento en situaciones de alta carga emocional negativa, y las estrategias regulación emocional pueden ser relevantes para las personas con rasgos psicopáticos (incluido el afecto insensible), así como para las personas que tienen problemas con una amplia gama de componentes de la agresión (incluida la hostilidad) y con varias formas de agresión (incluida la agresión proactiva).
Garofalo, C., Neumann, C. S., & Velotti, P. (2020). Psychopathy and aggression: The role of emotion dysregulation. Journal of Interpersonal Violence, 0886260519900946.